El desierto clama invierno tras la mirilla,
tu sombra planea tanto vértigo, que
esta carretera
ya no soporta más peso.
Y el rastro,
deja un vendaval de crujidos de alambre.
Aquella noche ya no fuimos.
Quedó la vacía insignia del atropello. De tanto dolor,
se borraron la huellas.
© do poema, Luci Romero
© da imaxe, Daniela Tieni
¡Buena, Luci! (Y la ilustradora.)
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